Releo, después de muchos años, esta corta obra de Helene Hanff; deliciosa novela epistolar que posee la cualidad de hacernos degustar un profundo amor por los libros (y por la palabra). 

Una mujer neoyorkina solitaria, inteligente, gran lectora y desconocida escritora descubre por casualidad un anuncio de una librería de Londres que vende ejemplares usados. Lo que comienza como un intercambio comercial (cartas solicitando libros a un también solitario librero, llamado Frank) se convierte a lo largo de los años en una correspondencia en la que se entremezclan conversaciones sobre autores y libros con otros detalles de la vida cotidiana, emociones... 

Las graves dificultades vividas en Londres después de la Segunda Guerra mundial le ofrecen a la neoyorkina la posibilidad de mandar algunos comestibles que harán las delicias de los trabajadores de la librería. Por ello, la correspondencia se extiende a varias personas más, relacionadas con el librero.

El paso del tiempo, los cambios de la vida, los amplios silencios... y  la sensación de que, sin conocerse físicamente, todas esas personas que pululan por las páginas han compartido partes de sus vidas gracias a la escritura.

Una colección de cartas de la escritora que es un verdadero canto a la amistad y a los libros.